Zarautz está construído sobre una formación de dunas, de las que solo se conserva un 15 % en el interior del Real Golf Club Zarautz. Desde hace más de quince años, Jon Zulaika, biólogo y responsable de Plantas Amenazadas de la Diputación Foral de Gipuzkoa, trata de recuperar tres hectáreas y media de terreno. Es decir, de rehabilitar la zona con especies autóctonas para devolver el valor ambiental a una pequeña parte de este biotopo. Las acciones que se están llevando a cabo para ello se enmarcan en el programa europeo ArcosLife para la conservación de arenales costeros.
Curiosamente, la dificultad de esta tarea es la misma razón por la que el biotopo de dunas ha sobrevivido: el propio campo de golf. Sin esta instalación deportiva de nueve hoyos, que con cien años es la más antigua en su lugar original de la península, las dunas restantes ya estarían construidas. Pero la convivencia entre los golfistas y las reparaciones que se están dando en el terreno “cuesta mucho porque juegan en el mismo campo”, admite Zulaika. “Legalmente no se cuestiona la actividad del golf, pero obliga a que sean compatibles”, detalla.