Un equipo internacional de investigadores ha descubierto el gen que desencadena el subtipo de cáncer cerebral de peor pronóstico (el glioblastoma mesenquimal), un gen que hasta ahora no se había relacionado con tumores cerebrales y cuyo descubrimiento ayudará a conocer mejor la biología de este cáncer y a buscar terapias para combatirlo.
La investigación, liderada por investigadores del CNIO y de la Universidad de Medicina de Friburgo (Alemania), ha descubierto que FOSL1 es el ‘gen master regulator’ -el equivalente a un interruptor genético general- del glioblastoma mesenquimal.
El hallazgo, que se publica esta semana en la revista eLife, no se traducirá a corto plazo en un nuevo tratamiento, pero «es un paso adelante en la búsqueda de terapias contra un tumor de mal pronóstico», valora Massimo Squatrito, jefe del Grupo de Tumores Cerebrales Fundación Seve-Ballesteros, del CNIO, coautor principal del trabajo.
El gen FOSL1 es la pieza del rompecabezas que faltaba, explica una nota del CNIO.
Los científicos sabían que otro gen, el NF1, tiene un papel importante en el glioblastoma mesenquimal, pero desconocían su mecanismo de acción. El nuevo trabajo desvela que FOSL1 es el «eslabón perdido» entre NF1 y la activación del programa genético implicado en este tipo de cáncer, detalla Squatrito.
El estudio ha demostrado en ratones que sin el gen máster regulador FOSL1 los animales tardan mucho más tiempo en desarrollar un glioblastoma mesenquimal, aunque tengan mutaciones en NF1.
Además, los autores han comprobado que las llamadas ‘células madre del tumor’, responsables de que el tumor aparezca de nuevo tras haber sido eliminado, pierden justamente esa capacidad de regeneración tumoral en los animales sin FOSL1.
Los glioblastomas son los tumores del sistema nervioso central más comunes y letales en adultos y, según sus características moleculares, se clasifican en varios tipos, aunque tienen una gran tendencia a cambiar de un subtipo a otro. Este detalle es importante porque la transición más frecuente es hacia el subtipo mesenquimal, que es la que responde peor al tratamiento.
Hacía tiempo que los investigadores trataban de entender cómo se produce esta transición.
El trabajo también ha demostrado que FOSL1 tiene un papel esencial porque es «un regulador clave de la plasticidad entre subtipos del glioblastoma y la transición mesenquimal”, escriben los autores.
El paso siguiente en la investigación será «buscar una manera de bloquear este gen«, señala Squatrito, posiblemente recurriendo a técnicas de edición genética como CRISPR.