La generación millenial la componen jóvenes que nacieron entre 1982 y 2004, una época de prosperidad en España que presentaba un entorno político, económico y social infinitamente mejor que el de sus progenitores, pero que cuando alcanzaron la mayoría de edad se dieron de bruces con una crisis que truncó las expectativas de muchos de ellos.

La mayoría de los que integran esta generación están mejor formados que sus padres pero no encuentran puestos de trabajos a la altura de sus titulaciones. Las consecuencias de la crisis (desempleo y empleo precario) provocan que muchos de los que consiguen un trabajo no disponen del tiempo ni el salario necesario como para destinar una parte a ocio y, en el caso que nos interesa, a golf.

La inestabilidad laboral y el miedo a perder el empleo provoca que no se puedan comprometer a pagar el abono de un club durante un año o comprarse un juego de catorce palos que, en pocos meses, puedan estar en un portal de ventas de segunda mano en internet.

La inexistencia de un salario acorde con la formación de muchos impide poder mantener el gasto medio de un golfista. Abono de un club, greenfees, torneos, material, clases y demás pueden alcanzar un gasto que ronda entre los ciento cincuenta y doscientos euros mensuales en Madrid, siempre y cuando sea en campos con un precio moderado.

Cuando un millenial conigue un trabajo (si lo consigue), su sueldo medio ronda los mil trescientos euros al mes, un 17’3 % menos que la media general que está en poco más de mil seiscientos euros. Según el reciente estudio ‘Panel de Consumo Fintonic 2017’, el sueldo de los jóvenes es hasta un 49 % inferior a los dos mil euros que ganan de media los mayores de treinta y cinco años. Por lo tanto, resulta complicado mantener un gasto así en golf cuando en muchas ocasiones se comparte piso para poder llegar a fin de mes.

La falta de tiempo del que disponen los jóvenes derivado de jornadas de trabajo más largas de lo habitual dificultan la práctica del golf. Cada día los campos son más largos y cada vez son más los recorridos en los que se hace un Camino de Santiago entre green y tee provocando rondas de juego interminables.

Por estos tres motivos (inestabilidad profesional/laboral, salario y tiempo), muchos millenials acaban eligiendo otras alternativas deportivas, decantándose la mayoría por actividades como running, pádel o fitness, o abonándose a un gimnasio que permita pagar una cuota reducida que no implique ningún otro gasto extra… y con sesiones de duración más corta que el golf.

Tiger Woods, ex número 1 del mundo, lo explica así: “Crecí jugando en Heartwell, un campo de pares tres en Long Beach, California, así es como me introduje en este deporte. Jugar al golf hoy en día en menos de cinco horas es casi imposible, así que, ¿por qué no abrimos un poco nuestra forma de pensar? Podemos y debemos jugar más rápido y divertirnos en un ambiente entretenido, como en un campo corto, donde todos pueden participar, practicar y aprender el juego, y donde los niños pueden jugar sin sentirse abrumados por un gran campo de golf”.

El fútbol sala o futbol siete ganan adeptos con respecto al fútbol tradicional y así lo hace también el pádel con el tenis. Por el mismo motivo el apoyo al pitch & putt es fundamental. Otra opción que también está ganado fuerza en Estados Unidos es el campo excecutive, que plantea diseños sin pares cinco, con hoyos par cuatro cortos y fáciles pero en los que el jugador se encuentra pares tres más desafiantes. De esta manera los jugadores se divierten más en menos tiempo. La facilidad que plantean estos dos diseños y el juego rápido que ofrecen aportan muchas ventajas. Estos campos son un atractivo enorme para esta generación y pueden producir una mayor adherencia a la práctica del golf. Al ser campos con unos costes de mantenimiento reducidos permiten ofrecer abonos a precios muy competitivos.

Por otro lado, los millenials son auténticos devoradores de información en redes sociales y en el European Tour lo saben. Han creado un interesante y llamativo plan de marketing para atraer a más seguidores en redes sociales y televisión. Merece la pena echar un vistazo a sus renovadas cuentas de Facebook, Instagram y Twitter para darse cuenta. Vídeos espectaculares con diferentes modalidades como “el hoyo más rápido” o jugadores pegando bolas desde rascacielos vuelven a su circuito más llamativo para alguien que no está acostumbrado a ver golf en televisión.

Entonces, ¿por qué no se diseña un plan de captación de nuevos jugadores para alcanzar la afición al golf que España debe tener? Alrededor de 140.000 jugadores que practican golf en España son mayores de cincuenta años y tan sólo 96.000 lo hacen entre los veintidós y cuarenta y nueve. Se requieren medidas de peso para rejuvenecer nuestro deporte.
 

Fernando Adarraga es jugador profesional de golf y alterna circuitos nacionales e internacionales en búsqueda activa de patrocinadores. Propietario de la Escuela de Golf Fer Adarraga, se dedicada activamente a la gestión y explotación de escuelas de golf junto al desarrollo, gestión y ejecución de eventos relacionados con el golf. Como él mismo declara, “Reinventándome constantemente”.
 

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