La red de campos de golf de Mallorca objeto de estudio está formada por diecinueve de los veintiún campos existentes en la isla y se encuentra ubicada en nueve municipios de elevada especialización turística. “Actualmente, la red cuenta con una propuesta de valor sólida que se materializa en una carta de servicios altamente transversal y se apoya en una dotación de instalaciones deportivas y extradeportivas de calidad. Por ello, genera un impacto económico de casi ciento sesenta y siete millones de euros, y es un multiplicador económico que tiene potencial para contribuir a la transformación productiva de Balears”, explica Antoni Riera director técnico de la Fundación Impulsa Balears.

La red de campos de golf de Mallorca efectúa una contribución significativa a las cuentas regionales en términos de producción, valor añadido y empleo. Configura una carta integral de servicios por valor de casi ochenta y dos millones de euros anuales, la mayor parte de los cuales derivan de la vertiente deportiva (43’2 %) y, de los servicios que presta en materia de alojamiento (38,4%) y restauración (12’2 %).

El impacto económico total de la red se eleva a casi ciento sesenta y siete millones de euros, cifra que representa el 0’59 % de la producción anual de bienes y servicios de Mallorca. Un porcentaje que se fija en el 0’47 % si el impacto se extiende al conjunto de Balears. La actividad de la red también ejerce su efecto sobre el valor añadido y el empleo, con unos porcentajes (0’66 % y 0’59 %, respectivamente) que se asimilan a la aportación directa que efectúa Sa Pobla al valor añadido insular y Artà al empleo regional.

De este modo, por cada euro facturado, la red provoca un aumento de la producción de bienes y servicios de 2’04 euros en Mallorca y 2’08 en Balears. “Su efecto multiplicador total se asimila o supera el de otras actividades de servicios altamente representativos del tejido insular –como son el alojamiento (2’04), la restauración (2’02) y el transporte aéreo (1’97)–, además del que ejercen manufacturas clásicas en el patrón de especialización industrial mallorquina –como la elaboración de bebidas alcohólicas (1’87)”, subraya Riera.

Todos los segmentos de mercado de la estructura productiva de las islas se ven beneficiados, en mayor o menor medida, por la producción y venta de los servicios que genera la red de campos de golf. Su impacto económico total es, pues, altamente transversal, en la medida que desde las cinco ramas que acogen el despliegue de su carta integral de servicios se extiende a un total de sesenta.

“La red tiene potencial para contribuir a la generación de nuevos servicios de mayor valor añadido. Su vinculación directa con segmentos productivos que forman parte del clúster de ‘alojamiento y turismo’ y, por extensión, a las denominadas ‘industrias experiencia’ le permite reconfigurar su actual propuesta de valor a partir de las interrelaciones que mantiene con las actividades turísticas y los servicios empresariales”, añade Riera.

Asimismo, el estudio también de muestra que la red mantiene una marcada orientación internacional, dada la demanda turística de su actividad, pues ocho de cada diez vueltas son jugadas por extranjeros, principalmente alemanes (43’7 %) y británicos (13’9 %), así como nórdicos (9’9 %), suizos (3’3 %) y austríacos (1’6 %). Estos campos de golf atienden la demanda que recibe tanto por parte de residentes como de no residentes, segmento este último a través del que permite al archipiélago atraer un turista con un perfil específico en materia de organización del viaje, hábitos de consumo y, por tanto, capacidad de gasto.

La red tiene capacidad para contribuir a rebajar el patrón estacional de la actividad turística insular, pues concentra la mayor parte de la actividad anual durante la temporada media (47’1 %, total vueltas) y mantiene un notable equilibrio entre la temporada baja (23’9 %) y alta (29 %).

Finalmente, contribuye a la generación de empleo estable. El 89’2 % de los trabajadores asociados a los servicios de gestión propia de los campos disponen de un contrato indefinido, mientras que el 97’4 % desempeñan su labor a jornada completa.
 

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