Jon Rahm, que vivió su jornada más memorable como profesional al ganar este domingo la edición 121 del Abierto de Estados Unidos, dijo que era un «gran creyente» en el karma y que estaba convencido que algo bueno le deparaba el volver al campo de Toorey Pines, donde consiguió su primer título profesional.
Y así sucedió. El golfista vasco, con un registro final de 67 golpes (-4) y un acumulado de 278 (-6), se llevó el título de campeón, el primero en un major, un premio en metálico de 1,89 millones de euros (2,25 millones de dólares), y ser el primer español que gana el torneo.
La histórica victoria de Rahm se produjo en el mismo campo que en 2017 ganaba el Farmers Insurance Open, el primer título profesional en el PGA Tour, de los seis que ya posee, y se dio también apenas tres semanas después de que se viera obligado a retirarse del Memorial por causa de la covid-19, cuando tenía todo a su favor para llevarse el triunfo.
«Soy un gran creyente en el karma», dijo un emocionado Rahm. «Después de lo que sucedió hace un par de semanas, me mantuve muy positivo sabiendo que iban a suceder grandes cosas. No sabía qué, pero estábamos llegando a un lugar donde obtuve mi primera victoria y es un lugar muy especial para mí y mi familia. Sentí que las estrellas se estaban alineando».
Cuando salió del green 18 después de su ronda, que la acabó con un birdie memorable, Rahm fue abrazado por el hermano de Phil Mickelson, Tim, quien era su entrenador de golf universitario en Arizona State. Rahm le dijo a Tim Mickelson: «Lo creí».
Pero no solamente había logrado un título especial y significativo sino que también se convirtió en el primer español que lo lograba, de ahí que su satisfacción fue aún mayor, como hacerlo también en el tradicional Día del Padre (en Estados Unidos), con su hijo, Kepa, de tres meses en sus brazos.
«Esto definitivamente fue para Seve», dijo Rahm, refiriéndose a su ídolo del golf español, Severiano Ballesteros. «Sé que hablamos mucho de Seve en el Masters, pero sé que él quería ganar este sobre todo».
Mientras que a su hijo, en brazos, ya le había dicho de lo mucho que significaba el triunfo, aunque él todavía no podía darse cuenta, pero que muy pronto lo haría.
Rahm, de 26 años, también compensó todo los malos momentos vividos con el abandono forzoso en el torneo Memorial.
Esta vez, sus padres estuvieron en Torrey Pines para presenciar una actuación de clase mundial coronada por uno de los grandes finales en la historia del Abierto de Estados Unidos.
«Tenía que suceder en un entorno hermoso como este», destacó Rahm. «Tres generaciones de Rahms en este green. Uno de ellos no sabe lo que está pasando».
Pero el mundo del golf si sabe ya de la leyenda en la que comienza a convertirse Rahm, quien a sus 26 años está en la cúspide del deporte.
De momento, vuelve a ser el líder en la clasificación mundial al desbancar al estadounidense Dustin Johnson, que acabó en el decimonoveno puesto con un acumulado de 286 (+2), y con 600 puntos para la FedEx Cup ascendió 17 puestos para colocarse en el segundo lugar.